Todos enfrentamos la adversidad en algún momento de nuestras vidas, bien sea en lo personal o en lo profesional, dentro de un contexto social dado. Algunos pueden salir adelante cuando las cosas se ponen difíciles, mientras que otros les cuesta lidiar con tales dificultades, pueden abrumarse con más facilidad, lo cual no los hace mejores ni peores. Cada cual con sus talentos.
En contextos adversos, la fortaleza emocional y mental es de suma importancia para ver las oportunidades, en especial cuando no tenemos el poder sobre lo que sucede a nuestro alrededor. La mente es un gran potencial que nos permite adaptarnos, tener pensamientos para identificar y canalizar las emociones, ideas que nos inspiren, nos apoyen a enfrentar situaciones de estrés. Requerimos proteger nuestra vulnerabilidad.
Es indispensable practicar la atención plena de lo que sucede, desarrollar la empatía, llevarla a un estado de compasión con uno mismo y con los otros, cultivar la paciencia, ser agradecido con lo que tenemos y con los logros, sin importar su tamaño, hacer de la solidaridad la manera de relacionarnos, fortalecer los recursos internos que a su vez conlleva a expandir la autoconfianza.
Junto al hacer, practicas como la meditación, oración o visualización resultan de mucha utilidad para nuestra disciplina mental como para el relajamiento del cuerpo y de la misma mente.